Una mañana me desperté con la idea de que quería volar. No recuerdo cuál fue el detonante, pero no me lo podía sacar de la cabeza. Comencé a informarme, pero en ese momento no era fácil encontrar a otras personas que volaran. Estuve buscando a un piloto durante semanas. Finalmente, conocí a un parapentista y decidí inscribirme en una escuela de parapente. ¡Fue amor a primera vista! Me acuerdo perfectamente de todo el proceso, de las ganas que tenía de volar y aprender, estaba deseando que llegara el fin de semana para asistir al curso de vuelo.
Comencé a competir con un grupo de amigos y con tan solo 3 años de experiencia entré en el
Equipo Nacional Italiano. Fue muy emocionante, una gran oportunidad para poder volar con los mejores pilotos del mundo y aprender mucho. Ese periodo de mi vida fue increíble, literalmente estuve viviendo un sueño. Me pasaba el día viajando, volando, participando en competiciones, ¡y encima podía hacerlo con mi novio! El parapente se convirtió en una adicción, cogí una excedencia de 6 meses y volaba cada vez que las condiciones me lo permitían. Han pasado 30 años y sigo volando siempre que puedo.
Cada vuelo es una aventura nueva con recuerdos para toda la vida. Nunca olvidaré el primer vuelo de larga distancia que realicé. Fue en 1998, y por aquel entonces llegar a hacer un triángulo de 120 km era todo un sueño. En 2015, hice un triángulo de 204 km en Kenia con mi
Artik 4 azul, y recorrer tanta distancia en un lugar tan impresionante me dejó sin palabras. Aunque el vuelo que más me emociona fue la vez que sobrevolé las llanuras australianas durante 8 horas con mi
Artik 4 roja. Me enamoró poder saltar de una nube a otra observando el paisaje, el cielo y todo a mi alrededor.
Sin duda, el momento más especial para mí ha sido volar con los enormes buitres del Himalaya. Solo estábamos ellos y yo, más de 2 horas volando juntos; ya que ese día despegué primera y volé sola muchos kilómetros. Siempre es un momento mágico poder compartir el vuelo con las aves.
Mi única meta es disfrutar de la vida y de cada vuelo durante muchos años. Los pilotos somos personas afortunadas, ya que podemos "vivir" el mundo desde otra perspectiva y ser eternamente Peter Pan. Soy una piloto que conoce sus límites y que a menudo subestimo mis habilidades. Quizás esto me convierte en una piloto “vieja”, aunque no tengo ningún problema en admitir que no soy valiente. Y quizás, en lo que al vuelo respecta, ser prudente es toda una ventaja. Siempre pienso que tengo 25 años, ¡pero tengo más del doble! ¡Qué increíble aventura es la vida!
Me encantan las velas Niviuk. Desde 2006 he tenido 10 parapentes
Artik y tres
Skin. Me gusta la facilidad de pilotaje con seguridad que tienen, pero también la diversión que ofrecen. ¡Son mi juguete favorito!
