Vicente Palmero

Vivo en un pueblo costero en el sur de España y los deportes de montaña llamaron mi atención desde muy temprana edad. Comencé a escalar con 15 años. He practicado deportes varios como escalada, barranquismo, espeleología, carreras de montaña, mountain bike, etc.

El vuelo me cautivó desde el primer día que vi un parapente con 18 años. A los 20 años, al estrenar mi primer coche, fui a una escuela de parapente y me apunté a un curso de iniciación. Desde entonces no he dejado de volar. Empecé a volar en libre, pero pronto cambié los largos viajes a las zonas de vuelo por la comodidad de volar en paramotor al lado de mi casa. Se me abrió un mundo de posibilidades: volar por la playa, por la montaña, de la playa a la montaña...

Me gustaba tanto este deporte que terminé abriendo una escuela de paramotor. Actualmente, trabajo en mi escuela llamada EoloSchool, donde estamos enfocados principalmente en el paramotor y en todas sus facetas. Estoy muy feliz de que el deporte que me apasiona sea parte de mi forma de vida, mi mujer me acompañó durante mi primer día de curso y mis hijos vuelan desde muy pequeños.

He realizado muchos vuelos en distintos países, todos son especiales, pero si tengo que destacar uno diría que el vuelo en la Necrópolis de Guiza, sobre la gran pirámide y la esfinge. Volar en un lugar tan emblemático, lleno de historia y con tantos siglos de antigüedad me hizo reflexionar bastante acerca de lo pequeños que somos, aunque nuestros logros sean grandes.